¿No te pasa que ves a tu equipo favorito meter goles o a tu jugador ganar un partido o al Checo ganar una carrera y te emocionas como si estuvieras ahí?

¡Hoy me siento orgullosa y feliz!
Contenta de ver que otros logran sus sueños y sus objetivos.
¿No te pasa que ves a tu equipo favorito meter goles o a tu jugador ganar un partido o al Checo ganar una carrera y te emocionas como si estuvieras ahí?
Ellos lo tienen claro, quieren ser los mejores, entrenan, se dedican, fracasan, entrenan de nuevo y así con toda su alma hasta lograr esos resultados que festejamos con ellos.
Les comparto mi alegría de ver circular en diferentes medios y redes los resultados de los equipos deportivos que conforman las mexicanas en natación artística y el equipo de gimnasia rítmica. Merecen toda mi admiración. Me impresiona su habilidad técnica, su sincronización, su creatividad y su tenacidad. Sin embargo, llama mi atención el vínculo que las une, un vínculo que va más allá de su talento, es confianza, esfuerzo, comunicación y tener una meta en común.
He escuchado tantas veces en sesiones con equipos la frase: “como estar bajo el agua“ y ellas literalmente están bajo el agua y se comunican, se apoyan, se escuchan… Ellas pueden diferenciar entre lo que me conviene sólo a mí y lo que nos conviene como equipo.
Ellas lo tienen claro: Son un equipo y quieren ganar una medalla! ¡Y hoy hicieron historia!
¿Es importante dejar un legado?
Yo creo que sí, nos habla de nuestra trascendencia.
Ver que otros la rompen y logran sus objetivos me impulsa a buscar ser mejor en lo que yo hago.
Yo quiero trascender, quiero que mis hijos y las generaciones después de ellos me recuerden, pero no por lo que hice, yo quiero que me recuerden porque les ayude a tenerlo claro y los impulse a ser mejores. Quiero que ellos lo tengan claro, aprendan a esforzarse por eso, lo que sea que quieran y lo logren … eso sería un legado que tengo claro para mí valdría la pena.
OYL Ale Obregón
Foto de Lindy Baker en Unsplash
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